domingo, 1 de mayo de 2011

Adiós, compañero


Se me hizo demasiado duro llegar anoche a casa, cerrar la puerta de mi habitación y silencio. No escucharle tras la puerta maullando, arañándola para que le dejara entrar. Y cerrar los ojos y ver ese final que no se merecía.

Crecí con él, fue mi única compañía durante muchas horas del día cuándo mi madre estaba trabajando, cuándo mi hermano se había ido ya de casa.

Fue un día recordado por toda la humanidad cuándo él llegó a casa. Fue 11 de septiembre de 2001. Recuerdo la trinchera que le hice ese día con libros y enciclopedias para que no se escapara por la habitación. Recuerdo que le elegí en la tienda porque era él que estaba mordiendo a todos los otros gatitos, bueno, debería decir la que estaba mordiendo, porque llegó a mi casa siendo gata, o eso me dijo el señor de la tienda, y era Amaia.

Aquella primera noche ya no podía pegar un ojo, no paraba de moverse dentro de su bunquer privado. Al final tuvo un hueco en el baño dónde estuvo su lugar durante toda su estancia en este lugar, dónde sin duda fue querido. Y digo querido porque ya con unas semanas aquí vimos que había cosas que no encajaban para que fuese ella, y pasó a ser Van Gogh.

Llegó el invierno y se encendieron los radiadores y él encontró en el del salón una cama confortable y cálida, demasiado, puesto que se quemó la oreja y ni se enteró. Su seña de identidad. ¡Tenía identidad propia! Sin duda siempre la tuvo, siempre fue único, inteligente y me perdonó todo lo que le hice, todas las picardías, cada una de ellas, siempre me esperaba para ir al baño, para venir a mi habitación cuándo llegaba por la noche, para que le acariciara cuándo llegaba a casa por la tarde.

Recuedo que fuiste la estrella de tú propia película en blanco y negro, con aquella cámara que me habían regalado en la comunión. Recuerdo que fuiste un cachorro, aunque no te recuerdo como cachorro. Recuerdo tu ronroneo. Te recuerdo mucho, y es que te acabas de ir pero se me hace imposible creer eso.

Las ideas se me van y se me vienen, estoy llorando, y sí, era un gato, pero fue mi compañero, mi único compañero durante muchos años en los que no había nadie más. Fue mi 'pitoyete salvaye'. Fue mi único amigo cuándo estaba solo. Fue compañía para todos, el despertador de mi madre, el mio propio. Fue muy hermoso, fue tan único que no puedo ni podré olvidarle.

Y duele, no puedo expresar cuánto duele.

Y es que no se mereció ese triste final. Sea cual fuera la razón de por la que llegó a ese final, no se lo merecía. No estaba en él ya cuándo le dije adiós, o eso quiero creer, pero espero que no estuviera ya, porque no se merecía eso.

Quizá en otro momento pueda escribir algo sobre ti, Van Gogh, con más sentido, pero esto ahora es lo único que puedo hacer, lo único que me llega en estos momentos.

Me faltó tanto tu ruido esta noche y, lo mas triste de todo, es que será ya para todas las noches que me quedan. Te voy a extrañar muchísimo.

Donde sea que estés, cuida de Rouse, cuida de Freddy y de ti. Espero volver a verte algún día, sea dónde sea.

11.09.01 - 30.04.11