domingo, 20 de julio de 2008

La larga espera

Parece mentira que la vida pase tan fugaz, tan rápida y a la vez los segundos pesen como años eternos que no llegan a su fin. Ahora ya no hay más que ver, este camino llega a su fin, se desdibuja en su propio intento por sobrevivir, se aparta de tus pies y tan solo hay una larga pradera, de amapolas a florecer, de olor a tierra mojada, de todo lo que está por venir, de un futuro inmenso solamente para ti.

La larga espera llega a su fin, aunque todo esto, realmente, es tan solo un comienzo, un comienzo para ti, para los tuyos, para que tu mundo sea solo para ti y deje, por una vez, de ser compartido.

Soñar es un don especial, ahora es el momento de que tú, junto a tú sonrisa, tu presente, pasado y futuro, reinventeis esa palabra y la apliqueis a la nueva situación, a la nueva ilusión, a vuestro mundo.

viernes, 27 de junio de 2008

Dulce locura

Locura, dulce locura. Me inundas en cada parte de mi cuerpo de belleza. Que apetecible es amarte y conservar tu aroma en mi pelo al despertar. Que bello es abrazar tu tiempo desnudándote para perdurar en mis recuerdos.

Tu fugaz beso constante me deleita en cada velada contigo. Me hace sentir bien, retuerce a cada mal momento y me brinda cada segundo una bella sonrisa que es difícil de dejar pasar inadvertida.

Que delicada es tu vida y que constante tu amor. Me siento como un ángel al tocar tu bello y oculto rostro.

Locura, me encantaría pasar el resto de mis días a tu lado.

martes, 17 de junio de 2008

Mis memorias

Un ángel en busca de su propio suicidio y en su mano tan solo su propia creencia para cometer el acto y llevar a su vida hacia el camino del fin.

Mil sentimientos expresados de este modo, con los jirones de un lápiz que decapita su vida para dar sentido a este folio en blanco. Unos sentimientos, una forma de desahogarme distinta a las lágrimas que hubiera utilizado en otra situación similar, pero estas ya no brotan en mi vida, desaparecieron.
Un asesinato para mis sentidos, un final agridulce para la agonía de este amor que está e las últimas, o que se muestra de un modo inoportuno en esta temporada en la que le acosa la palabra fin.

Una película triste en la que se ha convertido mi vida, en la que no aparece por ninguna parte un final alternativo, una duda para cambiar o mejorar la escena que se desdibuja en la pantalla de mi cine de las sábanas blancas, cada noche al pensar en este nuevo error, en este nuevo mundo ahogando en charcos de los que no consigo escapar y tan solo me hundo y me pierdo un poco más.

Tristemente tendí mis últimos suspiros para pedir una ayuda en la lejanía y solo la mitad de lo que esperaba recibí, no me esperaba tampoco esta desilusión. Tan solo Madrid me abrió sus brazos para un nuevo abrazo de consuelo distante, tan solo los ojos cerrados de esa niña de música apareció en la distancia para sacarme de este gran abismo en el que me encuentro y no quiero salir porque mis fuerzas se han extinguido en esta espiral que me agita una vez más.

Espero un milagro sentado en esta silla desde la que grito en silencio, espero una absolución para los días que me quedan, algo que me de ese algo que me falta para poder sonreír de nuevo de una forma limpia y sentida. Un pañuelo colgado en los brazos de alguien que me espere en la eternidad que se está abriendo paso ante mí en estos días tan grises de lluvia en mi corazón.

Desilusión en lo más profundo de mi ser; una tristeza que me ahoga en este vaso casi vacío que no soy capaz de mirar y afrontar mi vida en esta nueva postura, en este nuevo tropiezo tan continuo que me atormenta un día más.

Dormiré despierto otro día más, agitaré mis alas para intentar escapar de mi mismo, intentaré luchar por una felicidad perdida.

miércoles, 30 de abril de 2008

El ferrocarril de los sueños.

Se deslizaban las nubes lentamente, tapando un sol glorioso del mes de agosto de 1934 en el pequeño pueblo de “Final Feliz”. Los niños nadaban alegres en el riachuelo de aquel pequeño pueblo, los ancianos del lugar, vistiendo sus mejores y raídas ropas estaban en su lugar habitual, conocido como el “mentidero”, donde todo problema tenía arreglo en sus gastadas bocas de esmalte amarillo y olor a tabaco de mascar.



Un pequeño joven, paseaba por la era del lugar, con sus pantalones cortos y su camisa de marinero, heredada de su hermano mayor. En su boca brotaba una espléndida sonrisa provocada por su nuevo juguete, un pequeño tren que su abuelo Moisés le había regalado por su doce cumpleaños, hecho con sus viejas manos, hecho con los restos de una lata de melocotón en almíbar que su madre había utilizado como postre de aquél domingo de un caluroso agosto.


En el suelo dibujó con sus pequeñas manos las vías para su tren de los sueños. Hacía mucho que no tenía un motivo tan bueno para sonreír pero, sin duda, aquel nuevo juguete haría que sus tardes veraniegas se convirtieran en delicias. El tren estaba pintado completamente de rojo, luciendo cuatro ruedas hechas con botones dorados que, su abuelo, había conseguido al imponerse como ganador en una de sus largas partidas en el pequeño bar del pueblo, seguramente la apuesta de algún forastero que, en esa misma época del año, se acercaban al pequeño lugar para vender los restos de las ferias de la capital.


Su tren no dejaba de llevar y dejar pasajeros en todas las estaciones de su arenoso circuito, era una tarde increíblemente divertida para él. Su nombre era Diego, y aquel era él mejor regalo que le habían dado en su corta vida, por encima del típico jersey que su tía Eulalia siempre le regalaba del mismo color que siempre parecía el mismo del anterior cumpleaños pero con arreglos porque él ya había crecido. También superaba a los dos comics que su mamá le había regalado junto a su padre. A él ya no le gustaban demasiado las historias de Tintín, siempre eran iguales, era mejor jugar y crear su propia historia con aquel artilugio metálico que Moisés tantas y tantas mañanas había tardado en construir.


Parecía que su sueño iba a toda marcha por aquella vía de tierra hasta que se fijó en un pequeño destello que salía a del pequeño montón de pipas de girasol que había a menos de dos metros de donde él estaba. Allí había algo que le llamaba la atención cuándo las nubes dejaban brillar al sol de aquella hermosa tarde. Salió de su embelesamiento por el destello y consiguió ponerse en marcha hacía su nuevo destino, en busca de aquel tesoro escondido de aquel objeto que, sin duda, formaría parte de la herencia que él dejaría a sus hijos o que sería expuesto en el museo de la capital.


Dos pequeños gorriones rondaban a las pipas, pero al acercarse Diego salieron volando, aunque no fueron muy lejos del lugar. Su emoción aumentaba al acercarse y contemplar que no dejaba de brillar y brillar. ¡¡Era de plata!! O, al menos, estaba muy bien pintado. Seguro que era plata, sería su gran tesoro, el niño más rico de todo el país. Solo tenía que agacharse y coger aquél objeto sin identificar. Sería famoso en todos los lugares, estaba seguro de ello.


Tras un instante dudando y vigilando de que nadie le viera o que pudiera arrebatarle su gran tesoro se agachó y… ¡Tan solo era un envoltorio de un caramelo! Seguramente estaba allí para que los pájaros no se acercaran. Que desilusión. Aunque… ¡Espera! En aquel papelillo con olor a vainilla había algo escrito. Ponía algo que no conseguía comprender, no se si sería la ilusión o el miedo a llevarse otro mal berrinche… pero allí ponía algo. “A dos minutos del atardecer tus sueños se volverán realidad o profunda tristeza, todo es cuestión de los cuatro pasos que has de dar, piénsalos bien y que sean certeros”


¿Qué tenía que hacer? ¿Aquello era una broma de mal gusto de los otros chicos del pueblo? ¿O era realmente un mapa para encontrar su tesoro?


Miró a su alrededor y vio todo lo que le rodeaba. Justo frente a él se encontraba el pilón donde las vacas bebían agua al comenzar y terminar el día; aquel no era sitio para esconder un tesoro, si era pequeño seguro que las vacas lo beberían o el pastor lo vería y lo guardaría. Tras de sí encontró un árbol seco, en sus ramas no había nada, mas que los pequeños pájaros que salieron volando cuándo él se acercó en busca de su falso tesoro. A su izquierda no había nada, tan solo, a lo lejos, los ancianos del lugar, debatiendo y arreglando el mundo con sus palabras añejas. El tesoro tenía que estar escondido a su izquierda, si, allí tendría que estar. Miró. Allí se encontró un viejo arado tirado en el suelo, en el que las piedras insertadas en la madera ya estaban desgastadas, aunque en su día estaban muy afiladas, capaces de cortar todas las raíces, así se lo había contado su abuelo Moisés. Allí tenía que estar su objetivo. Sin dudarlo ni un solo segundó corrió hacia el arado; pero aun era de día, y si se ponía a levantarlo el solo, ya que sobre él no había nada, captaría la atención de los mayores y seguro que le arrebataban su preciado trofeo fingiendo que era de ellos. Tenía que esperar. Debería tener paciencia y tan solo quedaban unos minutos para que tuviera que ir a cenar a casa. Después de la cena sería su momento, ya sería de casi de noche y los abuelos se acostarían.


Guardó bien el papel en su camisa de marinero para que no se le perdiera por si tenía que descubrir en el más pistas y corrió como un loco por todas las calles del pueblo hasta llegar a su casa. En el jardín encontró a su abuela con su madre, estaban poniendo ya el mantel y le pidieron que fuera a la cocina a por los cubiertos que ya estaban todos esperándole y su padre no tardaría mucho en llegar. Y así fue. Cuando volvió de la cocina con los cubiertos encontró ya a su padre Damián sentado junto a su abuelo, esperando a que la cena estuviera lista para hincarle el diente. En cuestión de segundos apareció su mamá con una gran bandeja.


Durante la cena, cada cinco minutos comprobaba que su mapa estuviera aun dentro de los dominios de su camisa y siempre allí lo encontraba.


Ni esperó a por el postre. Salió lanzado de vuelta a la era. Allí estaba aun dibujada su vía del tren y su tren, que allí lo dejó olvidado. Lo cogió y se encaminó al viejo arado. Se aseguró de que nadie le estaba mirando e intentó levantarlo sin éxito. No podía meter la mano bien por debajo sin que se encontrara una piedra. Buscó un palo a su alrededor y corrió de nuevo hacía allí. Encontró uno bien grande y duro y consiguió elevar el utensilio de labranza. Cuándo estaba levantado lo suficiente lo agarró, lo levantó y lo tiró hacía el otro lado. Sus ojos empezaron a llorar. Allí estaba algo que siempre había soñado. No podía imaginarse que todo aquello fuese real.


Elevó su vidriosa vista y vio que su abuelo se encaminaba hacía él. Le preguntó que había pasado para que no probase la deliciosa tarta de ciruelas de su abuela. No hicieron falta las palabras. Su abuelo siguió la vista embelesada del pequeño y vio lo mismo que había empañado los ojos de su nieto.


Allí, olvidado hace muchos años, al igual que el viejo arado, estaba un tesoro que jamás podrá ser calculado en dinero. Abuelo y nieto perplejos, sin cruzar una mirada ni palabra. Observando aquello, a sus pies.


Diego consiguió salir de su asombro y se agachó para tocar su hallazgo. Aquello era lo más bonito que él jamás habría deseado. Era un sueño cumplido que jamás podría haber imaginado poseer. Bajo aquel viejo trasto usado en décadas atrás había una pequeña caja de madera con la tapa rota. En su interior había una locomotora, con sus vías de plástico, sus dorados vagones, pequeños pasajeros de cartón piedra. Miró a su abuelo muerto de asombro. Cerró los ojos.


Cuándo volvió a abrirlos se encontró en su habitación. Todo había sido un sueño. Pero hoy era el gran día, era su cumpleaños. Saltó de la cama sin ponerse ni las zapatillas de felpa para andar por casa. En el salón encontró a su abuelo, con una gran sonrisa y, éste, miró fijamente a la mesa de la sala. Diego la siguió y allí estaba, su sueño cumplido, su trenecito nuevo, lo que tanto había soñado tantos años y años.


Aquel día de agosto fue su mejor día, su mejor sueño realizado.




Jesús Ángel Rubio Pérez
29-abr-08

jueves, 10 de abril de 2008

Furia

El viento sopla levemente, acaricia tu alma, acaricia cada una de la palabra bella que tus labios convierten en voz. Te sorprende en un intenso sueño de realidad, a todo color, inmerso en una acuarela eterna de voluntad, de ansia por vivir, por seguir, por ser feliz. La distancia fue la culpable de que conociera cada uno de estos matices de tú vida, de tú sueño realizado; aunque no como desearías.. Injusta realidad, no queda otra cosa que agarrarla y aceptar lo que te quiere dar, lo poco que regala.

Todo el trazo que nos separa se difumina en suspiros de letras, distancia que no existe cuándo se que estás aquí, junto a mí, limpiándome el llanto, abrazándome en la lejanía, agarrando mi alma al oeste de mi soledad.

No se bien quien eres, solamente se que me abriste tú alma y abrazaste la mía cuándo más lo necesitaba. Pintaste un arco iris en mi sonrisa que de nuevo vuelve a la vida, injusta pero nuestra.

Que el juego de azar que nos hizo encontrarnos, no nos separe; que ese río de cartas que es la vida, no lleve al fin la nuestra en común.

martes, 8 de abril de 2008

El comienzo del fin

Muerto ya todo rastro de vida en mi ser, comienza el comienzo del fin. Todo principio tiene su final. A llegado la hora de bajar para siempre el telón y romper con el papel que me hicieron interpretar, o eso dijeron.

La soledad es la única espectadora para esta última función. El frió recorre la tarima. La tensión agota el ánimo y la fría brisa de la agonía acaricia mi rostro dejándole gotas de sudor heladas. Las agujas del reloj se han detenido, comienza el espectáculo. El último espectáculo. El grandioso final a puertas cerradas. Oscuridad, bienvenida al espectáculo.

Tras leer entre lineas en mi cabeza todo llega a su fin. La tela rojiza tapa mis ojos, aplausos en mi corazón. Todo ha terminado y es momento de preparar mi siguiente gran función.

El show debe continuar.

jueves, 27 de marzo de 2008

Duende de la noche

Mira bien, quizás puedas explorar el universo con una simple mirada acompañada de esa sonrisa que huele a felicidad y tristeza. Cada estrella del firmamento te ilumina; solo ellas y tú camino, esa es la vida, esa es tú vida duende de la noche.

Cabalgaste hacia el infinito en los momentos de deliberación, encontraste el día cuándo tu vida tan solo tenía noches amargas, reuniste a tus sueños y los ordenasteis, conquistaste el mundo y con ello mi corazón. Eres una promesa cumplida que brilla fuerte, iluminando mi oscuridad.

Todo comienzo dicen que tiene su fin. Tus pisadas son fuertes, borran esa horrible palabra y la difuminas con tus preciosos ojos. Enséñame lo que es la esperanza, enséñame a vivir la realidad.

Aun recuerdo cuándo tus manos me guiaron y me enseñaron a traspasar los miedos. Es un orgullo observar como tus firmes pasos borran toda inseguridad, es un enorme orgullo ver como tu vida crea felicidad y no la busca. Siempre hay motivos para sonreír y tú eres uno de ellos, la gran motivación por la que sonreír y vivir.

martes, 11 de marzo de 2008

Ayer... (09 de Marzo de 2008)

Diario...

Un día sencillo, tranquilo... Relax! En casa, con la cabeza en otro sitio, eso si que es verdad, pero hace mucho que no me acompaña. No quiero más palos, quiero vivir, disfrutar como hace unas semanas. No entiendo como me puedo afectar tanto cuándo debería estar acostumbrado. Una rutina más de la que no logro escapar.

Películas, bolsas y Sergio. Poco más. El proyecto de la bruja de Blair y Chicas malas. Marina en Salamanca, conque pocos planes se podía hacer con ella.

Un día mas se consume. Ahora PC, partida de cartas, azar.

Bostezos de vida

El tiempo se extingue tras cada pisada, fulminando el tiempo sin piedad. Ya dicen que la vida está tan segura de alcanzarte que te da una vida de ventaja pero ¿qué pasa cuándo la muerte hace trampas?

En un abrir y cerrar de ojos todo se agota hasta llegar el momento en el que todo llega a su fin y sabe a poco, más bien a nada. No hay reproches, no hay solución alguna o, quizá ¿la vida eterna? Me río de ella, crearla sería un suicidio hacia la debilidad, hacia la inconsciencia, hacia la perdición.

En lugar de crear, destruir; en lugar de dar vida, matarla... Me parece un poco extraño el principio básico de Gaia, ¿dónde queda la vida si ella misma termina con ella? Algo difícil de entender. Un delirio colorista, bastante turbio.

(Bostezo)
Bostezo y fin.