martes, 30 de noviembre de 2010

Lluvia


Las calles están empapadas, lágrimas de tristezas pasajeras. Los coches están silenciados, la tormenta perfecta estalló. Los charcos no son aptos para niños, nadie puede vaciar lo que ellos guardan, son vasos naturales, ni medio llenos ni medio vacíos, ni transparentes ni opacos.

Las nubes ocultan el sol, su calor está ausente. Mi piel se eriza, siente su frío. Los paraguas no valen hoy, simples siluetas, esa es su única utilidad. El aire es más fuerte y gran amigo de la lluvia.

Con tela empapada vuelvo a casa, aquí tampoco hay calor, mi tristeza salió de los charcos y volvió a casa, conmigo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Dos dudas, ¿o dos respuestas?

¿Cuánto tiempo se necesita para olvidar?





¿Cuánto tiempo se necesita para darte cuenta que no es necesario olvidar si no simplemente aprender a vivir con lo que te tocó en la vida?

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Belleza


Amanece rosado el día, la noche termina y trae, con su lenta muerte, un cielo salpicado de sangre. Tras la oscuridad nace la belleza del nuevo día pero, con el amanecer, muere la belleza oscura de la noche. Las estrellas se ocultan con un destello de luz que ciega a mis ojos y no pueden apreciarlas para buscar un meteoro a toda velocidad rajando el firmamento para desear lo imposible.

Con este nuevo alumbramiento despierta la vida verde. Un nuevo nacimiento diario. Las flores se expanden para recibir al nuevo día, despliegan su vida y abrazan el calor.

El día pasa, a su ritmo, deprisa y despacio, siempre las dos cosas a la vez, para que la muerte ahogue al día y todo termine y vuelva a empezar de nuevo.

La belleza del crepúsculo despide a la luz y vuelve a nacer la sutileza de lo bello. Las estrellas vuelven a iluminar tenuemente el oscuro cielo. La sangre derramada hace unas horas vuelve a sus entrañas para acompañar miles de sueños, arroparlos en la noche y mecerlos hasta que se vuelva a terminar y a empezar todo de nuevo.

Después de todo, la belleza es saber mirar. Es saber distinguir lo que tiene de bello cada momento, cada instante, cada segundo, cada milésima de segundo...

martes, 16 de noviembre de 2010

Tantas palabras por decir




Se fue como vino, una tarde, con los ojos cerrados, en paz. O al menos eso es lo que quiero creer.

Aun no me salen las palabras, no tengo despedida, simplemente un hasta luego. Tarde o temprano nos volveremos a ver, volveré a escuchar tú ruido por el salón, a ver tus ojos.

Un solo consuelo me acompaña, aunque siempre con lágrimas, fue feliz, tan feliz con lo que le pudimos dar que de otro modo no hubiese conocido, tan solo hubiese sido un día de plástico y luego nada más.

Sigo escuchando el despertador cada 3 horas, aun sigue sonando, y me levanto para volver a ver tu mirada, para sentirte en mis manos, para calentar tu cuerpo por dentro con un poco de vida. Aun me levanto del sofá para asomarme a dónde no estás y, trepando por mi pantalón, veo algo que quedo de tí, lo que está en ella, lo que vive aun en mi casa.

No puedo recordar aquel domingo o más bien no quiero. Todo se fue, incluido una parte de mí contigo. Quiero pensar que fuiste a cuidar de quien se fue antes que tú, a jugar y correr en algún lugar junto con los que no conocí. Quiero creer que ahora eres aun más feliz. Pero me faltas, no sabes como me faltas y aun tengo tantas palabras por decir y que las lágrimas no me dejan, que solo puedo resumirlo en un 'hasta siempre, pequeño'.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Entre líneas


La noche agonizaba en sus últimas horas de vida, su último instante antes del sueño, su último tango. Mi vida aun se deleitaba entre las líneas de aquel libro, envuelto en lágrimas, envuelto en caricias de tantas almas que soñaron junto y por él.

La delicadeza de sus palabras hacía que mi piel se retorciera en jirones de placer y rabia, por todo lo que no pude experimentar, por lo que me dejé olvidado en la cuneta. Siempre desee tener una historia que contar algún día y allí encontré lo que jamás llegaría a vivir. Nunca podría llegar a ser ni un simple punto en aquella historia de belleza y sentimientos. No tenía nada que contar.

La claridad del día me hizo despertar de mi dicha. La luz del amanecer me hizo ver lo que quería contar realmente aquel libro: cualquier historia merece un guionista, incluso la mía.

22 de Abril de 2008

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Soy


Soy la escarcha de tiempos pasados, la que aparece en tu ventana de madrugada, cuidándote y arropándote en mi propio frió.

Soy el viento que despeina tu pelo, soy el que hace que tus recuerdos olviden su función y olvides lo que jamás aprendiste.

Soy las lágrimas que mojan tu cara cuándo pierdes la fortaleza, cuando afrontas un error y tropiezas camino de otro.

Soy el aliento que sale de tu boca cuándo dices un te quiero. Soy las palabras de afecto que nunca dijiste.

Soy el peón en tu tablero de ajedrez. Recorro todo el camino, me meto en campo enemigo y me convierto en la Reina para hacer jaque al Rey.

Soy tu mejor sueño y también tu peor pesadilla, me cuelo en tu ser cuando duermes y despierto arropado con tus suspiros.

Soy la palabra adiós, retrocedo en el tiempo para recordarte lo que persiste, avanzo al futuro para presentarte lo que conocerás y me presento de nuevo en tú presente, para volver a decir adiós.

Soy el ángel y el diablo, tu memoria dormida, el que te dice que no hagas algo y el que te dice que hagas eso mismo.

Soy el árbol que da vida a tus pulmones. Recorro tu cuerpo por dentro y me convierto en tu sangre. Luego me expulsas como algo tóxico, pero estuve dentro de ti, acariciando tu vida.

Soy el roció de cada mañana, el que moja tus pantalones mientras caminas por verdes pastos. Me pego a tus piernas y mojo tu piel, para luego expirar hacia el sol sin dejar marca de mi presencia.

Soy todo lo bueno y malo que tienes en ti.

Soy Gaia, la Madre Tierra, el Planeta Azul; te parí y te solté en mi cuerpo, para que después abonases con tus restos mis verdes campos y mis grandes desiertos.

Soy la vida, te acompaño durante todo tu tiempo. Te veo nacer y nazco contigo. Te veo crecer y crezco contigo. Envejezco a la vez que tú, a la misma velocidad y, cuando llega el momento, te abandono para volver a renacer.

Soy letras y soy palabras.

Soy yo. Y vuelvo a ser yo.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Termina el espectáculo


Se cierra el telón y quito la sonrisa de la cara. Hoy no es mi día, tengo ganas de llegar al camerino, quitarme este asqueroso maquillaje y tomarme una cerveza, ya me da igual si esta fría o no.

Cierro la puerta y me apoyo contra ella, estoy no cansado, agotado. No dejo de darle vueltas a algo que no debería ocuparme tanto tiempo ni toda la mente....

Me miro en el espejo, detrás del maquillaje está mi otro yo, y debajo de él, creo, queda algo de mí auténtica persona, aunque no lo se, hace demasiado que no me quito la máscara y he aprendido a vivir, casi feliz, con ella.

Camino dando círculos por estos 2 metros cuadrados. No me apetece sentarme, ni estar de pie, no quiero ni quitarme el potingue que cubre mi cara, no quiero cambiarme y ponerme mi ropa... ¿Qué hago?

Salgo a trompicones del camerino y voy directo al baño. Abro el grifo y me baño la cara con mis manos con el agua helada. Parece que se me aclaran las ideas. Me seco un poco y salgo hacia el escenario. Aun hay gente tras el telón.

Me inclino hacia el público. Con todos ustesdes... mi auténtico yo!

jueves, 21 de enero de 2010

Luz de sombra


Una luciérnaga me contó una historia una vez. Trataba sobre amor y odio. Y hoy, al fin, he comprendido que quizá el amor no pueda existir si no hay odio junto a él en su cama, compartiendo las sábanas y comiéndose a besos eternamente. Hoy he comprendido que el odio, en cambio, si puede vivir sin amor. Quemando esas sábanas junto con los besos en la hoguera de la venganza.

Aun recuerdo aquella historia nítida, aunque nunca llegó a existir tal luciérnaga. Solamente existía yo y la habitación estaba vacía. Yo siempre me contaba historias, que después de un tiempo, he comprendido que algunas son ciertas y otras, por desgracia, no.

Puedo vivir sin aire, puedo vivir sin luz, puede incluso que pueda vivir sin odio, pero no sin amor. Y llegada a la conclusión de que amor y odio van en la misma caja, no se si quiero seguir viviendo. Incluso pudiendo vivir sin vivir.

Todo a mi alrededor se ha transformado en una luz de sombras constante. Un abismo enorme del que no puedo escapar, no llego al otro lado de él, siempre me caigo y me absorbe su oscuridad, como en una pesadilla en la que tan solo caigo en silencio pero, con una diferencia, de ésta no despierto, sigo girando y callendo hacía la oscuridad constante. Sin luz.

Tan solo camino


Se ruborizan las flores en esta noche sin luna. Se marchita mis suspiros en pausa. Se cierran mis ojos cansados. Y no puedo gritar.

La luz es tenue, casi nula. Camino sin destino. Camino hacia ti y no se donde estás. Lejos, muy lejos. O quizás cerca. No me importa, tan solo camino hacia ti.

Quiero tocar tu cuerpo, desnudarte con la mirada desde una esquina de tú habitación. Hacer nuestro el verbo amar. Crear lo que no existe. Yo no existía hasta que llegaste y nació vida.

Camino sin cesar. Aun tengo el olor de tu sudor en mi mente, una droga de la que no puedo ni quiero escapar. Me hace sentirme grande cuándo está junto a mí, acariciándome junto a ti.

Camino otra vez pero las flores se han cerrado. Es tarde, no hay luna, no estás tú.